Estos días tuvimos el placer de hablar con una de nuestras cocineras favoritas, Vicky Sevilla. Una mujer joven, llena de grandes ideas, inquietudes y sensibilidad. Con dos grandes pasiones: su familia y su trabajo, ese al que cada día llega la primera y se va la última. Aunque está rodeada de un gran equipo, su entusiasmo y gran profesionalidad la llevan a seleccionar y ver de primera mano el producto cuando llega el proveedor y elegirlo con mimo y delicadeza para que llegue a la mesa de sus clientes ese plato que les emocione y les haga volver.

La selección del producto, ese producto del Camp de Morvedre donde nos encontramos y del mar mediterráneo, es la base de su cocina. Huerta, mar, y mucho fondo…, como ella misma nos explica. Casi todos sus platos se comen con cuchara, aunque no sean guisos, y es que en esa base que realizan a diario durante horas es donde reside el sabor, el aroma, el toque de distinción de su cocina, que como si de un lienzo se tratara le va dando forma y firma a su marca “Arrels” (Raíces en castellano).

Esas raíces que ella buscaba cuando volvió a su pueblo natal y donde decidió formarse para ser Chef en la escuela de Castellón (Mediterráneo Culinary Center).

Tras años de estar viviendo fuera y trabajando en distintas cocinas, nos cuenta: “Necesitaba volver a mis raíces, había trabajado desde los 17 años, cuando un gesto de rebeldía me llevó hasta Formentera y la isla me enamoró. Pedí a una amiga que me buscara trabajo y me encontré en la cocina de un restaurante, estuve trabajando dos temporadas allí. Al poco tiempo me hicieron Jefa de cuarto frío, para mí aquello fue emocionante ya que jamás había cocinado nada en mi casa, salvo una pasta o un huevo frito, no quiero ni pensar la cantidad de comidas que pude dar esas dos temporadas. Pero gracias a eso supe cuál era mi pasión y cuál era mi sueño: ser algún día Jefa de cocina”.

Vicky quería estudiar Bellas Artes o Educación Física, pero su madre con un criterio muy afortunado sin ella saberlo por aquel entonces, hizo que aquella idea se fuera diluyendo. A día de hoy, esa artista que lleva dentro la puedes distinguir al ver sus emplatados y al degustar sus sabores, sin lugar a dudas la elegancia, la mezcla de colores, sabores y la puesta en escena hacen que te extrapoles, a una galería de arte, un museo o cualquier lugar de culto. Tiene ese arte innato que no se adquiere en ninguna escuela, tiene magia.

Le preguntamos por su gran bodega, estamos impresionados con la cantidad de rarezas en vinos, champagne, y licores, todos ellos seleccionados con un cuidado y tacto especial.

Gran amante del champagne y sobre todo de pequeños productores, nos cuenta: “Para mí es tan importante la comida como la bodega, mucha gente viene más a beber que a comer, hoy en día lo disfrutan tanto como la comida. Además, de cada rareza que encuentro siempre compro también para casa para disfrutarlo con mi familia”.

A nuestra pregunta sobre esta pandemia , nos cuenta que la ha vivido con mucha incertidumbre, y a día de hoy sigue sin saber qué pasará mañana. Esperamos que pronto todo vuelva a la normalidad.

Durante el mes de agosto visita su página web para reservar y ver también qué otras noches estarán abiertos: www.restauratarrels.com